
El espíritu Santo que mora en nosotros escudriña nuestros corazones porque el espíritu Santo clama al Padre es por eso que cuando caemos en la tentación nos sentimos como Adan en el huerto, desnudos ante la presencia de Dios pero con la diferencia que a pesar de nuestras faltas hay un amor que cura nuestras heridas espirituales, nos sentimos confortados para acercarnos a la presencia del gran rey y no a escondernos al contemplar cuanto nos falta para llegar a tener la estatura de Cristo.
Dios nos pone en nuestro corazón el deseo de acercarnos a el , a pesar de nuestras caidas y limitaciones , necesitamos la presencia de Dios para seguir nuestro caminar nos damos cuenta que solo el y solo el puede cambiar nuestros corazones y clamamos como el salmista en salmo 51 :Crea en mí, oh Dios, un puro corazón,un epíritu dentro de mí renueva;
no me rechaces lejos de tu rostro,
no retires de mí tu santo espíritu.
Vuélveme la alegría de tu salvación,
y en espíritu generoso afiánzame;
enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y los pecadores volverán a Ti.
Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación,
y aclamará mi lengua tu justicia;
abre, Señor, mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.
Pues no te agrada el sacrificio,
si ofrezco un holocausto no lo aceptas.
El sacrificio a Dios es un espíritu contrito;
un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.
¡Favorece a Sión en tu benevolencia,
reconstruye las murallas de Jerusalén!
Etonces te agradarán los sacrificios justos,
--holocausto y oblación entera--
se ofrecerán entonces sobre tu altar novillos
entonces un corazon arrepentido de corazon moverá la mano de Dios sobre nuestras cabezas para acariciarnos nuevamente entonces todo lo que hagamos para congraciarnos con el si no existe un corazón dispuesto a cambiar no valdrá de nada si no existe el verdadero arrepentimiento , esperando que el espíritu santo venga a producir la "Metanoia" , o sea el cambio de mente que nos propone Pablo .